lunes, 2 de agosto de 2010

SEXO CON ESTHER.

Columna: Sexo con Esther / Las mayores de 45, una fuente inagotable de buen sexo

Esther Balac


Los polvos femeninos no tienen fecha de vencimiento.


No hablaría así de claro si no supiera que el paso de los años no acaba las ganas y que, por el contrario, la tontamente descalificada etapa de la menopausia no es otra cosa que una suerte de carta blanca para probar todas las opciones sobre la cama.

Creer que sólo las mujeres jóvenes reciben visitas en el departamento inferior del cuerpo es un mito echado a rodar por los insulsos creadores de símbolos sexuales, cuyas turgencias resaltan las revistas a punta de photoshop.

En la cama, valga decirlo, éstos no pasan de ser un polvo normal, cuando no un fraude total.

Una encuesta hecha por la psicóloga catalana Anna Freixas entre 700 mujeres mayores de 45 años sugiere que el gusto por el aquello se mantiene por encima de cualquier cosa y que a diferencia de las jóvenes, que creen en el imaginario del amor romántico, a ellas les pesa el deseo permanente de gustarle a la pareja.

Eso da como resultado la puesta en escena de unas ganas genuinas, que el otro siente. Las expresiones son tan naturales que los señores no necesitan andar haciendo sus preguntillas de trámite poscoital ('¿Te gustó?' '¿Te sientes bien?'). Mejor dicho: a estas mujeres se les nota cuando la pasan bien... O mal.

Hay otros hallazgos del estudio que vale la pena comentar. Por ejemplo, Freixas encontró que no sólo la masturbación se vuelve más frecuente a esas edades, también las inclinaciones lésbicas. Y yo digo: si los señores no dan la talla, ¿por qué no?

Ya está bueno de relacionar la segunda mitad de la vida con tejer, criar nietos e incluso con el desarrollo de vocaciones tardías, un injusto sinónimo de la jubilación de las partes del cuerpo que la naturaleza nos dio para el disfrute. Mientras haya cuerpo, el aquello está vigente.

Y los señores que dejen de creer que en la cama son preferibles dos de 25 que una de 50. A ver: mejor una satisfecha que dos insatisfechas.

Déjenme decirles que una de 60 está más activa de la cintura para abajo que un hombre de la misma edad: mientras la primera está pensando en cómo desfogar las ganas, el otro está preocupado por qué más hacer para revivir a su mejor amigo.

Aclaro que aún no entro en la menopausia, pero sí quiero llegar a ella con tanto ímpetu como el que tengo ahora. Estoy segura de que entonces preferiré sacar el paraguas de la cartera para darle espacio al consolador. Hasta luego.

Esther Balac.
Especial para EL TIEMPO

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